Isla Colón, Bocas del Toro
Pocas veces tenemos la oportunidad en medio del stress de nuestra vida de desconectarnos y conectarnos con lo natural, con lo que algunos llaman el “retroceso, el antiprogreso, el quedarse en el pasado”. Ciertamente se requiere una llave que hace atraversar una puerta y permite pasar de un estado a otro sin salir de donde estás; esa llave se llama sensibilidad.
Eso me sucedió en Bocas del Toro, sentada en el muelle contemplaba la vida cotidiana de una población que si bien pareciera que se quedó en el pasado, viviendo en “low motion” y desentendida de las presiones y de su alrededor, posee riquezas que pueden llegar a extasiarnos.
En una sola vista puedes contemplar, desde los más sencillos ecosistemas marinos hasta bosques de montañas de 3000m sobre el nivel del mar, en un corto recorrido de 30km.
Sus manglares y endemismo, sus corales y arrecifes; desde la transparencia de sus aguas hasta las diversas intensidades del verde de sus bosques, expresan exuberancia, riqueza unicidad.
Y cuando hablamos de su gente es tan diversa como su biodiversidad natural. Negros, mestizos, Ngabes, latinos....entrelazados con la presencia permanante de turistas de diversos puntos del mundo que llegan a Bocas cruzando la puerta que los hace conectarse con Lo Natural.
Desde el muelle, soy solo una observadora, solo testigo silenciosa de interacciones naturales, culturales entre el pasado y el presente, entre lo pacífico y lo salvaje, entre la unicidad y la pluralidad.
Pero también contemplo el contraste entre la depredación y la conservación, el desarrollo a toda costa y el aferrarse a una cultura que pocos entienden y algunos deploran; el consumo y lujo versus la austeridad y sencillez. Grandes represas hidroeléctricas, versus escasés de agua para el consumo humano. Complejo, desordenado e insostenible.
“Tu desarrollo me empobrece” me dice Feliciano Santos, Ngabe que es presionado para dejar la tierra y la casa que ocupa hace más de 20 años; “Los viajes turísticos vienen armados desde Panamá y nisiquiera nos toman en cuenta a boteros locales para llevarlos a nuestras comunidades” me decía Luis, botero bocatoreño, “Me siento como turista en mi tierra porque no tengo el dinero que tienen los extranjeros para entrar a la playa que antes era pública” comentaba Rosa lugareña que vive de la venta de viandas. Entonces me pregunto: Todo desarrollo obliga desplazamiento, devastación, quitarle al que poco tiene para darle al que mucho puede pagar?
Por otro lado, desde el muelle observo a Rutilio patriarca indígena y guía turístico, mujeres y su cooperativa que pone a funcionar un restaruante al estilo Ngabe Bugle; a Henry que con su esposa quienes en un esfuerzo casi titánico montaron un “EcoLodge” totalmente ambientalmente amigable, en donde las cabañas casi se pierden entre la abundante vegetación del lugar. Pero esta gente casi parecen una especie en extinción en un sitio donde ésta debería ser la regla y no la excepción.
La inversión privada es imprescindible para mover el desarrollo, el crecimiento económico y el logro de metas de mejoramiento de la calidad de vida, pero sin la participación del Estado en el establecimiento de reglas claras, protección de áreas de conservación, establecimiento de los espacios y bienes públicos e inajenables para el disfrute y aprovechamiento de las presentes y futuras generaciones, el desarrollo deja de serlo y se convierte simplemente en un juego oportunista y desproporcionado que aumenta las riquezas a quienes ya tienen y despoja de lo poco, a los que menos poseen. Suena trillado, pero es real, suena superado pero es tan actual como el cacareado progreso que cada vez más exige recursos sin contemplar que, de su conservación, depende la supervivencia, ya no solo de la inversión y de quienes invierten sino de la vida natural y humana.
Bocas del Toro no puede ser solo valorado por quienes de fuera pueden pagar para disfrutarlo, tiene que ser valorado por nosotros, nuestras autoridades, nuestra gente; pero esa valoración implica planificación, gestión participada del territorio, democratización del desarrollo para que este también llegue a quienes ponen el sacrificio para que otros lo disfrutemos
Gracias por lo que a mi como bocatoreño me toca, vuelva pronto, abrazos
ResponderEliminarEspero contribuir para que todos nos sintamos un poco más bocatoreños, porque Bocas del Toro es orgullosamente panameña. Gracias por su comentario!!
EliminarMe alegra encontrar este blog de una ambientalista que no calla. Que noticias hay sobre la solucion a los manglares? Cree que esas inundaciones del rio Caimito sean por dichos proyectos sobre rellenos y demas?
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ResponderEliminarHola los sigo; soy panameña... Mi blog http://salissaprincess.blogspot.com por su gustan seguirme.
ResponderEliminarNo hay mayor riqueza que la vida, que la vida de la naturaleza, sus arrecifes, sus aguas cristalinas, etc. Gracias por este blog, me trasladé por un instante a ese muelle y sentí la paz tal vez de aquella brisa.
ResponderEliminarHola Raisa, soy Danixa, orientadora de familias en condiciones de alto riesgo social en la Ciudad del Niño, (La Chorrera) Me apasiona el tema ecológico y a la vez me preocupa mucho. Sobre todo me preocupa nuestra indiferencia y pasividad ante todo el daño que estamos haciendo a nuestro planeta.
ResponderEliminarAnte la Cumbre del Cambio Climático que se realizará a partir del 29 de noviembre, AVAAZ (http://www.avaaz.org/es/highlights.php) esta invitando a que el mundo entero nos unamos en una gran marcha ecológica para los gobernantes reunidos se sientan presionados a tomar decisiones contundentes a favor de disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero. Quisiera que nos organicemos aquí en Panamá porque estamos dormidos en cuanto al tema de conservación ambiental. Qué tal si organizamos una marcha ecológica para el domingo 29 de noviembre en la cinta costera y si es posible a nivel nacional. Donde realicemos acciones significativas de amor al planeta. Una marcha educativa, solidaria y que ayude a despertar nuestras conciencias adormecidas. Mi correo es danixaanabel@gmail.com y el tel de la Ciudad del Niño es 254-8343